El nombre es como un vestido que no nos pertenece: estamos desnudos bajo nuestro nombre, más desnudos aún que el niño al que el padre ha levantado del suelo para darle nombre.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información